“La neurocirugía aborda el estudio de las enfermedades que afectan al sistema nervioso central (cerebro, cerebelo, tronco cerebral y médula) o periférico (nervios periféricos) que requieren un abordaje quirúrgico.”

Historia de la neurocirugía

anatomia sistema nerviosoDesde la antigüedad, el interés por las enfermedades que afectaban al cráneo o la columna ha estado presente en las civilizaciones, lo cuál queda plasmado en el registro arqueológico. Así, es posible evidenciar, por ejemplo, en enterramientos del antiguo Egipto, cráneos con evidentes signos de haber sido sometidos a una trepanación, en los cuáles es puede constatar crecimiento óseo en los bordes de la misma. Esto es una prueba de que el sujeto efectivamente “sobrevivió” al procedimiento.

Sin embargo, estos procedimientos rudimentarios, por así decirlo, no pueden ser denominados “neurocirugía”, al menos en el concepto en el que la conocemos hoy. No es hasta entrado el siglo XX que no se procede a una sistematización de la especialidad y a una descripción básica de los procedimientos generales, como la craniotomía o los tumores cerebrales más frecuentes. Esto es posible gracias a la figura del Dr. Harvey Cushing, médico estadounidense conocido como el padre de la neurocirugía moderna.

Además de describir el síndrome que lleva su nombre (ocasionado por un tipo específico de tumor que crece en la glándula hipófisis) arrojó luz sobre un campo aún oscuro, describiendo y sistematizando las técnicas para las principales craniotomías, describió y llevó a cabo los primeros abordajes a través de la nariz para resecar tumores hipofisarios y realizó importantes trabajos sobre el tratamiento del trauma craneal.

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Especialista en columna vertebral

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Valoración pormenorizada e individualizada

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Técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas

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Estudio del caso y tratamiento

Campo de interés y formación

Como se ha mencionado más arriba, la neurocirugía aborda el estudio de las enfermedades que afectan al sistema nervioso central (cerebro, cerebelo, tronco cerebral y médula) o periférico (nervios periféricos) que requieren un abordaje quirúrgico.

Es una especialidad muy amplia. Debido a esto, como ocurre en otras especialidades, se divide en otras “subespecialidades” para facilitar su estudio. Hoy en día, los neurocirujanos, tras una formación general durante el período de residencia, normalmente terminan subespecializándose en alguna de estas áreas específicas.

En la mayoría de programas formativos, la residencia de Neurocirugía comprende entre 5 ó 7 años de formación hospitalaria, tras lo cuál normalmente en residente que concluye la misma accede a los conocidos como “Fellowships”, de entre uno o dos años de duración, durante el cuál se aprende una subespecialidad. Normalmente esto último se lleva a cabo en centros específicos y de reconocido prestigio y bajo la mentorización de un especialista referente en el campo específico.

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Neurooncología

Se ocupa del estudio y tratamiento quirúrgico de los tumores que afectan al cerebro y al resto del sistema nervioso. De los tumores benignos, el más frecuente es el meningioma, un tipo de tumor de crecimiento habitualmente lento que emerge de las células que componen las envolturas del sistema nervioso (meninges). Su tratamiento depende de si producen síntomas, de su crecimiento y de su localización y tamaño. Es posible, si se lleva a cabo una resección completa, dar por curado un meningioma.

Neurocirugía pediátrica

Su interés aborda las patologías específicas que afectan al sistema nervioso en la edad pediátrica. Un niño, y su sistema nervioso, no es un adulto pequeño, y no debe ser tratado como tal. Existen patologías muy concretas que deben ser intervenidas por un neurocirujano con una formación muy focalizada en el área y en centros correctamente dotados logísticamente y a nivel humano para tal fin. Entre estas podemos encontrar algunas malformaciones del cráneo y alteraciones de su desarrollo (craniosinostosis) o alteraciones del líquido cefalorraquídeo. Especial mención merece el paciente neuropediátrico prematuro, en el que pueden ocurrir determinadas hemorragias cerebrales ocasionadas por la inmadurez de estructuras.

Neurocirugía vascular

Determinadas anomalías en los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro pueden ser causa de graves hemorragias. Entre los más frecuentes, los aneurismas cerebrales consisten “abombamientos” de la pared de las arterias que aparecen por debilidades en esta sobre la que actúa la presión arterial de la propia sangre. Típicamente, termina apareciendo una estructura con forma de cúpula, unida al resto del vaso a través de un “cuello”. El peligro que presentan viene derivado por su tendencia a romperse ante incrementos de la presión arterial y provocar graves hemorragias que pueden poner en peligro la vida del paciente. Como normalmente son asintomáticos, la forma más frecuente de descubrirlos es cuando se ha producido la hemorragia. Su tratamiento quirúrgico clásico va encaminado a impedir que vuelvan a sangrar, colocando un clip en el cuello para aislarlo del torrente sanguíneo. Hoy en día, los procedimientos endovasculares mediante cateterismos permiten tratar la mayor parte de los aneurismas sin necesidad de cirugía. Mediante un catéter endovascular introducido a través de la ingle, se puede llegar al aneurisma e introducir dentro unos filamentos conocidos como “coils” que cierran la cúpula del mismo, impidiendo su sangrado.

Las Malformaciones Arteriovenosas (MAVs) son formaciones vasculares anómalas, normalmente formadas en el desarrollo, por lo que suelen ser congénitas, con forma de ovillo enmarañado, en el espesor del cerebro. Pueden también romperse y sangrar (aunque de forma algo menos frecuente que los aneurismas) y en ocasiones también pueden producir síntomas como crisis epilepticas. Su tratamiento es complejo e implica a especialistas de distintas áreas (multidisciplinar).

Hidrocefalia y trastornos del líquido cefalorraquídeo

El líquido cefalorraquídeo baña en su interior y circula a través del sistema nervioso central, tanto en el cráneo como en la columna. En su mayor parte está contenido en unas cavidades internas del cerebro que se conocen como ventrículos cerebrales y que son cuatro (ventrículos laterales, tercer y cuarto ventrículo). Estos están conectados entre sí por orificios y “acueductos” a través de los cuáles el líquido circula. De manera continua, este líquido cefalorraquídeo (LCR) es producido y reabsorbido y circula de manera continua en un circuito cerrado. Determinadas entidades patológicas pueden afectar a la producción, circulación o reabsorción del LCR y ello se traduce en trastornos a nivel de la presión intracraneal. Por ejemplo, un tumor que comprima los acueductos o los orificios puede obstruir la circulación y provocar que el LCR se acumule.

En la edad avanzada, la Hidrocefalia Crónica del Adulto (HCA) produce trastornos que afectan a la esfera cognitiva y la capacidad para caminar debido a una alteración en la reabsorción del LCR, y puede ser una causa “potencialmente tratable” de demencia. En la población joven, más frecuentemente femenina, la hipertensión intracraneal idiopática, puede ser causa de cefaleas, incapacidad y alteración de la capacidad visual que, si no se trata correctamente y a tiempo, puede incluso derivar en ceguera irreversible.

Para el estudio de estas enfermedades es típico llevar a cabo test (tap- test, test de infusión de Katzman) o procedimientos que miden o monitorizan la presión intracraneal. A menudo, el tratamiento quirúrgico consiste en la implantación de Válvulas de Derivación, que consisten en dispositivos que “derivan” el flujo del LCR desde el cerebro o la columna hacia cavidades como el peritoneo o el corazón en las que es reabsorbido, aliviando así el hiperacúmulo del líquido.

Traumatismo craneal y neurointensivismo

Se trata de la subespecialidad que estudia y trata los traumatismos que afectan al cráneo y la columna. Su práctica implica también a médicos intensivistas, con los cuáles el neurocirujano trabaja codo con codo.

El rol del neurocirujano normalmente consiste en la evacuación de hematomas o realización de craniotomías descompresivas que alivian la presión dentro del cráneo. También a menudo el neurocirujano es solicitado por el intensivista para la colocación de sensores de presión intracraneal, que ayudan a monitorizar al paciente neurocrítico y dirigir las medidas médicas.

Neurocirugía espinal

Es la parte de la especialidad que se ocupa del tratamiento quirúrgico de la columna espinal y sus anejos (discos intervertebrales, etc…).

Comprende tanto las patologías degenerativas (hernias discales, estenosis, etc…), como traumatismos y fracturas y, en el caso de los neurocirujanos, también determinadas patologías que afectan a la médula espinal (como tumores, siringomielia, etc…). En el resto de la página podrá encontrar información detallada de esta subespecilidad.