Mediante esta técnica se extirpa una hernia discal que comprime una raíz nerviosa dentro del canal vertebral y que por ello causa dolor ciático. La intervención se realiza a través de una pequeña incisión (de algo menos de 2 cm) sobre nivel al que se encuentra la hernia. El cirujano se ayuda de unos separadores tubulares, con forma cilíndrica, que dilatan progresivamente la piel, la grasa y la musculatura, mediante inserción de cilindros de diámetro progresivo. Normalmente, el separador final utilizado mide 18 mm de diámetro. A través del mismo el cirujano es capaz de tener acceso visual al campo operatorio mediante la ayuda de un microscopio quirúrgico. Una vez en él, con la ayuda de una fresa o motor de alta velocidad, abrirá una pequeña ventana en el hueso de la vértebra que le permitirá acceder a la hernia y al disco intervertebral. Una vez extraída la hernia, la raíz nerviosa queda libre, con lo cuál es de esperar que el dolor mejore.
Las ventajas de esta técnica vienen de la mano de su mínima invasión. Normalmente, la recuperación es relativamente rápida y entre el 80-90 % de los pacientes pueden ser dados de alta unas 24 horas después del procedimiento.