Mediante técnicas mínimamente invasivas es posible colocar tornillos en las vértebras a través de incisiones mínimas, inferiores a un 1 cm, y anclarlas entre sí a través de barras o placas. Esta técnica asegura la inmovilización de las vértebras fijadas hasta que se produce el fenómeno de artrodesis o la consolidación de la fractura. Dado que no hay visualización directa del campo quirúrgico el cirujano se ayuda de guías radiológicas como un sistema de radioscopia quirúrgica o, cuando se dispone de ellos, de un dispositivo de neuronavegación así como otros sistemas más avanzados como son la TAC intraoperatoria, robots quirúrgicos o sistemas de realidad virtual y aumentada.